lunes, 19 de septiembre de 2011

Visions of Johanna



Visiones de Johanna

¿No es propio de la noche que te haga trampas
cuando buscas la tranquilidad?
Estamos desamparados,
aunque hagamos todo lo posible por negarlo.
Y Louise retiene un puñado de lluvia,
induciéndote a desafiarla.

Luces parpadean desde la galería opuesta,
las calefacciones tosen en esta habitación,
la emisora de música country suena suave,
pero no hay nada, realmente nada que apagar.

Sólo Louise y su amante, tan entrelazados,
y estas Visiones de Johanna
que conquistan mi mente.

En el vacío callejón donde las damas juegan
a la gallinita ciega con la cadena de la llave
y las chicas de noche completa
susurran sobre sus escapadas en el tren “D”
podemos oír al sereno, que enciende su linterna,
preguntarse si es él o son ellas las que están locas.

Louise -está bien- está bien cerca,
es delicada y parece como un espejo
pero deja demasiado conciso y claro
que Johanna no está aquí.

El fantasma de la electricidad aúlla en los huesos de su cara,
donde estas Visiones de Johanna
han tomado ahora mi lugar.

Ahora, el pequeño muchacho perdido
se toma tan en serio,
se jacta de su miseria,
le gusta vivir peligrosamente
y cuando la traen a colación
habla de darme un beso de despedida.
Está seguro de que tiene mucha cara
para ser tan inútil
murmurando vulgaridades a la pared
mientras estoy en el hall.

¡Oh! ¿Cómo puedo explicarlo?
¡Oh, es tan difícil de conseguir!
Y estas Visiones de Johanna
me mantuvieron desvelado pasado el amanecer.

Dentro de los museos el Infinito sube a juicio
las voces repiten: “Así es como
debe ser la salvación dentro de un momento”
pero Mona Lisa debía tener nostalgia de la carretera,
lo puedes decir por el modo en que sonríe.

Mira helarse la primitiva flor de pared
cuando todas las mujeres de semblante de gelatina estornudan,
escucha a ese con bigote decir, “¡Jesús,
no puedo encontrar mis rodillas!”

Joyas y gemelos cuelgan de la cabeza de la mula,
pero estas Visiones de Johanna
hacen que todo parezca cruel.

El buhonero habla ahora a la condesa
que está fingiendo prestarle atención
diciendo, “Nómbrame a alguien que no sea un parásito,
y me iré y diré una oración por él.”
Pero como Louise siempre dice,
“No hay mucho que ver, ¿eh, amigo?
Mientras ella se autodispone para él.

Y la Virgen todavía no se ha mostrado,
donde su capa del teatro una vez hubo flotado
vemos esta vacía jaula ahora corroída;
el violinista camina ahora hacia la carretera,
escribe que todo vuelve a donde pertenece,
en la parte trasera del camión de pescado que carga,
mientras mi conciencia estalla...

las armónicas tocan los tonos esqueléticos y la lluvia,
y estas Visiones de Johanna ahora son todo lo que queda.


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