Señor de la pandereta
Eh, Señor Panderetero, toca una canción para mí,
no tengo sueño y no hay sitio a donde pueda ir.
Eh, Señor Panderetero, toca un canción para mí,
en la mañana del cencerro y cascabel te seguiré.
Aunque sé que el imperio de la tarde
se ha vuelto arena
esfumada en mi mano
me ha dejado a ciegas aquí de pie
pero no durmiendo todavía.
Mi fatiga me sorprende
estoy marcado a mis pies,
a nadie tengo que encontrar
y la antigua calle vacía está
demasiado muerta para soñar.
Eh, Señor Panderetero, toca una canción para mí,
no tengo sueño y no hay sitio a donde pueda ir.
Eh, Señor Panderetero, toca un canción para mí,
en la mañana del cencerro y cascabel te seguiré.
Llévame de viaje sobre
tu mágica nave turbulenta
mis sentidos han sido despojados
no puedo sentir el apretar de mis manos,
mis pies demasiado entumecidos para andar
confían sólo en mis talones
para ser errante.
Estoy listo para ir a cualquier lugar
estoy listo para desaparecer
en mi propio desfile,
lánzame a mi paso tu hechizo danzante
prometo que me someteré.
Eh, Señor Panderetero, toca una canción para mí,
no tengo sueño y no hay sitio a donde pueda ir.
Eh, Señor Panderetero, toca un canción para mí,
en la mañana del cencerro y cascabel te seguiré.
Aunque pudieras oir una risa, girando,
dando vueltas locamente bajo el sol
no se dirige contra nadie,
es sólo eludirse del trayecto
y salvo por el cielo
no hay barreras haciendo frente.
Y si oyes vagos vestigios
de saltarines tornos de rima
al ritmo de tu pandereta
es sólo un payaso andrajoso
yo no le haría ningún caso
lo que ves es sólo una sombra
que el persigue.
Eh, Señor Panderetero, toca una canción para mí,
no tengo sueño y no hay sitio a donde pueda ir.
Eh, Señor Panderetero, toca un canción para mí,
en la mañana del cencerro y cascabel te seguiré.
Hazme luego desaparecer
tras los anillos de humo de mi mente
bajo las brumosas ruinas del tiempo
más allá de las hojas heladas
de los encantados árboles asustados
fuera de la ventosa playa
lejos del funesto alcance
de la loca tristeza.
Sí, a bailar bajo un cielo de diamantes
ondulando libre una mano
enmarcado por el mar
cercado por las arenas de circo,
con todo recuerdo y destino
profundamente hundidos bajo las olas
déjame que olvide el hoy
hasta mañana.
Eh, Señor Panderetero, toca una canción para mí,
no tengo sueño y no hay sitio a donde pueda ir.
Eh, Señor Panderetero, toca un canción para mí,
en la mañana del cencerro y cascabel te seguiré.
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