martes, 13 de septiembre de 2011

Tombstone Blues


El blues de la lápida

Ahora por supuesto que las dulces cosas bonitas están en la cama,
los padres de la ciudad están intentando aprobar
la reencarnación del caballo de Paul Revere,
pero la ciudad no tiene por qué estar nerviosa.

El fantasma de Belle Starr ayuda a quitar sus liendres
a la monja Jezabel, que teje violentamente
una peluca calva para Jack el Destripador, que se sienta
a la cabeza de la Cámara de Comercio.

Mamá está en la fábrica, no tiene zapatos,
papá está en el callejón, en busca de comida,
yo estoy en la cocina con el blues de la lápida.

La novia histérica en los soportales del penique
gritando a gemidos, “Estoy embarazada”,
luego llama al doctor, el cual despeja la duda
y dice, “Mi diagnóstico es no dejar entrar a los chicos.”

El curandero viene y arrastra los pies dentro,
anda contoneándose y le dice a la novia,
“Detén todo ese llanto, trágate tu orgullo,
no vas a morir, esto no es veneno.”

Mamá está en la fábrica, no tiene zapatos,
papá está en el callejón, en busca de comida,
yo estoy en la cocina con el blues de la lápida.

Después de torturar a un ladrón, Juan el Bautista
levanta la vista hacia su héroe, el Comandante en Jefe
y dice, “Dime gran héroe, pero sé breve por favor,
¿hay algún agujero donde pueda enfermar?

El Comandante en Jefe le responde mientras caza una mosca
“Muerte a todos aquellos que gimoteen y lloren,”
y arrojando un barbo señala al cielo
diciendo "el sol no es amarillo, sino un pollo.”

Mamá está en la fábrica, no tiene zapatos,
papá está en el callejón, en busca de comida,
yo estoy en la cocina con el blues de la lápida.

Para salvar a sus soldados, el rey de los filisteos
pone quijadas en sus lápidas y lisonjea sus tumbas,
pone flautistas de colores en prisión y engorda los esclavos
para luego enviarlos a la jungla.

Gitano Davey con un soplete quema sus campamentos
con Pedro, un fiel esclavo, que marcha detrás de él con esfuerzo,
con una fantástica colección de estampitas
para ganar amigos e influir en su tío.

Mamá está en la fábrica, no tiene zapatos,
papá está en el callejón, en busca de comida,
yo estoy de rule con el blues de la lápida.

La geometría de la carne inocente en el hueso
hace que el libro de matemáticas de Galileo se arroje
a Dalila, que está sentada indignamente sola,
pero las lágrimas en sus mejillas son de risa.

Ojalá ahora pudiera dar a Brother Bill su gran sensación,
lo cargaría de cadenas en lo alto de la colina,
luego pediría algunos pilares y a Cecil B. DeMille,
y así moriría feliz para siempre.

Mamá está en la fábrica, no tiene zapatos,
papá está en el callejón, en busca de comida,
yo estoy en la cocina con el blues de la lápida.

Bueno, antiguamente Ma Raney y Beethoven desembalaron su saco de dormir,
actualmente tocadores de tuba ensayan alrededor del asta de la bandera
y para su ganancia el Banco Nacional vende mapas de carreteras para el alma
por los asilos de ancianos y la universidad.

Ahora, desearía poder escribirte una melodía tan simple
querida dama, que pudiera prevenirte de volverte loca,
que pudiera tranquilizarte y moderarte y cesar tu dolor
de tu inepto e inútil conocimiento.

Mamá está en la fábrica, no tiene zapatos,
papá está en el callejón, en busca de comida,
yo estoy en la cocina con el blues de la lápida.


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