Enredado en tristeza
Por la mañana temprano brillaba el sol
yo estaba tumbado en la cama
preguntándome si ella habría cambiado
si su pelo sería rojo todavía
sus parientes decían que nuestra vida juntos
iba a ser difícil con toda seguridad
a ellos nunca les gustó la ropa hecha en casa de mamá
el talonario de cheques de papá no era bastante grande
y yo estaba a un lado de la carretera
la lluvia cayendo sobre mis zapatos
dirigiéndome a la costa este
el Señor sabe que he tenido que pagar lo mío
para seguir adelante
enredado en tristeza.
Ella estaba casada cuando la conocí
iba a divorciarse enseguida
la ayudé a salir de un follón, supongo
pero empleé demasiada energía
condujimos ese coche lo más lejos que pudimos
abandonándolo en el oeste
rompimos una triste noche oscura
ambos de acuerdo en que era lo mejor
ella se volvió para mirarme
cuando ya me alejaba
la oí decir por encima del hombro
“volveremos a encontrarnos algún día
en la avenida”
enredado en tristeza.
Tuve un empleo en los grandes bosques del norte
trabajando como cocinero interino
pero aquello nunca me gustó demasiado
y un día el hacha cayó
así que me largué para Nueva Orleans
donde sucedió que me empleé
trabajando algún tiempo en un bote de pesca
en los alrededores de Delacroix
pero entretanto yo estaba solo
el pasado pegado en mis talones
vi montones de mujeres
pero ella nunca salió de mi mente
y solo crecí
enredado en tristeza.
Ella trabajaba en un local “topless”
y yo me paré allí a tomar una cerveza
sólo miré su perfil
a la luz del foco
y después cuando la gente se iba
yo iba a hacer lo propio
ella estaba de pie ahí detrás de mi asiento
me dijo, “no sé como te llamas”
yo murmuré algo en voz muy baja
ella estudió los rasgos de mi cara
debo admitir que me sentí algo incómodo
cuando se agachó para atar el cordón
de mi zapato
enredado en tristeza.
Ella encendió un fuego de la estufa
y me pasó una pipa
“creí que nunca ibas a decir hola”, dijo ella
entonces abrió un libro de poemas
y me lo pasó
escrito por un poeta italiano
del siglo trece
y cada una de las palabras sonaba a verdad
y brillaba como un carbón ardiente
fluyendo de cada página
como si estuvieran escritas en mi alma
de mí a ti
enredado en tristeza.
Viví con ellos en la calle Montague
en un sótano bajo la escalera
de noche había música en los cafés
y revolución en el aire
luego él empezó a comerciar con esclavos
y algo en su interior murió
ella tuvo que vender todo lo que tenía
y se volvió muy fría
y cuando por fin se llegó a tocar fondo
me volví taciturno
la única cosa que supe hacer
fue seguir adelante
como un ave que volara
enredada en tristeza.
De modo que ahora estoy volviendo otra vez
tengo que encontrarla de algún modo
toda la gente que solíamos tratar
ahora me parece una ilusión
unos son matemáticos
otras son mujeres de carpinteros
no sé cómo empezó todo esto
no sé qué están haciendo con sus vidas
pero yo, yo todavía estoy en la carretera
dirigiéndome a otro cruce
siempre hemos sentido lo mismo
sólo que lo vemos desde un diferente punto
de vista
enredado en tristeza.
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