miércoles, 14 de septiembre de 2011

Desolation Row


Calle Desolación

Están vendiendo postales del ahorcamiento,
están pintando los pasaportes de color pardo,
el salón de belleza está lleno de marineros
el circo ha llegado a la ciudad,
allí viene el ciego de la junta municipal,
lo han puesto en estado hipnótico,
una mano la tiene atada al equilibrista,
la otra está en sus calzoncillos
y el pelotón de motines está inquieto,
necesita ir a algún sitio,
mientras la dama y yo vigilamos esta noche
desde Calle Desolación.

Cenicienta parece tan disoluta,
coge a cualquiera para conocerlo, sonríe
y pone sus manos en los bolsillos traseros
estilo Bette Davis.
y luego viene Romeo quejándose:
“Creo que me perteneces”
y alguien dice: “Estás en el sitio equivocado,
amigo, será mejor que te largues”
y lo único que se oye
después de irse las ambulancias
es a Cenicienta barriendo
en Calle Desolación.

Ahora la luna está casi escondida,
las estrellas se empiezan a ocultar,
incluso la dama adivina
ha hecho confidenciales todas sus cosas
todos, excepto Caín y Abel
y el jorobado de Notre-Dame,
están haciendo el amor
o esperando que llueva
y el buen samaritano se está vistiendo,
está preparándose para el show,
va a ir esta noche al carnaval
de Calle Desolación.

Ofelia está bajo la ventana,
por ella siento tanto miedo,
en su 22 cumpleaños
es ya una solterona;
para ella la muerte es totalmente romántica,
lleva un chaleco de hierro,
su profesión es su religión,
su pecado es su falta de vida,
y aunque sus ojos están fijos
en el gran arco iris de Noé,
pasa su tiempo mirando furtivamente
a Calle Desolación.

Einstein disfrazado de Robin Hood
con sus memorias en una maleta
pasó hace una hora por aquí
con su amigo el monje celoso,
y se mostró tan inmaculadamente correcto
cuando mendigó un cigarrillo,
después se marchó oliendo alcantarillas
y recitando el alfabeto,
no lo pensarías al verle
pero se hizo famoso hace tiempo
por tocar el violín eléctrico
en Calle Desolación.

El Doctor Mugre guarda su mundo
en una copa de cuero,
pero todos sus pacientes asexuados
están tratando de romperla,
ahora su enfermera, una furcia local,
está encargada de la guarida de cianuro
y también guarda las tarjetas que ponen:
“Tenga compasión de su alma”,
todos ellos siguen tocando penny whistles
los puedes oír soplar
si sacas lo bastante la cabeza
de Calle Desolación.

Han colgado los telones de un lado a otro de la calle,
se están preparando para la fiesta,
el fantasma de la ópera
la perfecta imagen de un cura,
están cebando a besos a Casanova
para que se sienta más seguro,
luego lo matarán con autoconfianza
después de envenenarlo con palabras,
el fantasma grita a las chicas flacas,
“¡Largo de aquí si no entendéis:
Casanova está siendo castigado
por ir a Calle Desolación!”.

A medianoche todos los agentes
y la banda sobrehumana
salen y acorralan a cualquiera
que sepa más de lo que ellos saben
luego los llevan a la factoría
donde la máquina de ataques al corazón
es atada sobre sus hombros.
y entonces el queroseno
es traído de los castillos
por los hombres del seguro que vienen
y controlan que nadie se está escapando a
Calle Desolación.

Orgulloso de ser el Neptuno de Nerón,
el Titanic zarpa al amanecer
todo el mundo está gritando,
“¿De qué lado estás tú?”
Y Ezra Pound y T. S. Elliot
luchan en el puesto de mando,
mientras cantantes de Calipso se ríen de ellos
y pescadores sostienen flores
entre las ventanas del mar,
donde abundan amorosas sirenas
y nadie tiene que pensar demasiado
sobre Calle Desolación.

Sí, ayer recibí tu carta,
cerca del tiempo en que se rompiera el llamador,
cuando me preguntaste cómo me lo montaba
y si aquello era algún tipo de broma
toda esa gente que mencionaste,
sí, sé que están completamente lisiados,
tuve que rehacer sus caras
y darles otro nombre a todos
ahora mismo no puedo leer muy bien
no me envíes más cartas, no,
no, a menos que lo envíes desde
Calle Desolación.


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